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El social media bien entendido

Es difícil vencer la creencia que hace suponer a los usuarios de social media que de verdad los están usando a su favor. La mancha de aceite con la frase “si no estás en las redes no existes” se hace cada vez más grande, pero la existencia no es de por sí condición suficiente si nuestra intención es ir más allá de la conversación. Porque en negocios los amores platónicos ayudan pero no tanto.

Sinapsis neuronal
Sinapsis neuronal

Es difícil vencer la creencia que hace suponer a los usuarios de social media  que de verdad los están usando a su favor. La mancha de aceite con la frase “si no estás en las redes no existes” se hace cada vez más grande, pero la existencia no es de por sí condición suficiente si nuestra intención es ir más allá de la conversación. Porque en negocios los amores platónicos ayudan pero no tanto.

Monologar no es conversar, y los Me gusta son apenas el primer guiño que hacen bien feliz al ego pero la idea es dialogar y construir una relación, como siempre lo han hecho las marcas, solo que ahora la inspiración se construye entre todos.

En social media las marcas nos vinculan. Participamos de ellas, y ellas también se alimentan de nuestras historias y experiencias. Ese dialogo crea el mundo de la marca donde por cierto y desde siempre es marca porque alguien le cree, porque enamora, porque tiene fieles, seguidores y gente dispuesta  a hablar de ella y a defenderla si hiciera falta.

En los medios sociales digitales allí están las marcas, digo, las marcas y sus cocreadores. Las marcas y sus experienciadores. No hace falta que hables de productos, esto lo dejamos para la tienda, con sólo transmitir su propia esencia y su estilo de estar en el mundo, sus valores, su cultura, su historia, sus leyendas, sus mitos basta y sobra para alimentarla fantasía de quienes ya la quieren de antemano. Se trata de existir, no de vender. Se trata de sorprender. El día que lo logres, ni lo dudes, se producirá el hechizo. Si lo sabremos los escritores corporativos  Alguien querrá de ella algo más, desvirtualizarla, hacerla corpórea, sentir cómo respira, tenerla entre sus cosas, hacerla parte de su vida.

Este será el momento de la acción. Una acción que comienza en el dialogo, como principio organizador de la existencia, donde la interconexión es la moneda de cambio.  Así se puede producir la sincronicidad, una conexión no causal producto de la acción donde dos eventos coinciden y de ellos surge algo más que lo probable y esperado.  Sólo hay que estar alerta. Y mientras tanto sin voluntad, sino con esa voz que sale desde nuestra buena disposición , que no es otra cosa que la traducción de aquello que de verdad nos apasiona es cuando logramos la maravilla de pensar y sentir colectivamente. Y es entonces cuando aparecen los followers, los compartidos, los enlaces, los pines, los retweets, el engagement, que antes se llamaba el compromiso y finalmente, la compra.