Cuando envié el archivo de las entrevistas al diseñador quise poner en el asunto el titular frágil o aquí va una vida. (Cuidar, no juzgar, respetar, no espiar, recibir, acondicionar).
Es la primera vez que haré un libro biográfico. Sorprende la relación íntima que se va anudando entre desconocidos, entre quienes no hay más expectativas que ser fieles a los recuerdos y a las palabras justas.
La autobiografía no es la vida vivida, nos subiremos al texto escrito y desde allí viviremos otra vida. Quien desea hacer su biografía siente la urgencia de explicarse en forma de diario, autorretrato, a modo de carta, memorias, hacia atrás, desde el presente; quien quiere autobiografiarse quiere que se comprenda lo incomprensible, las razones que impulsan a elegir ¿elegir? unas u otras acciones. Una biografía tiene la duración de la vida, y también la longitud de la memoria, el ejercicio requiere saber preguntarse y ser sincero a la hora de responder.
La biografía supone un viaje a generaciones anteriores, aunque se comience a escribir desde el momento de nacer. Allí es cuando nos damos cuenta del escaso margen de libre albedrío que juega a nuestro favor. A veces me pregunto si venimos a explicar, o a saldar, o a pagar. Los acontecimientos no son esenciales, sino el pretexto donde encaja la forma milagrosa de estar vivo. Esto es la biografía, una alumbradora de nuestra propia vida.