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La frase del viernes por la noche

«La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla»

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La escritura de empresa es cosa seria

La escritura es cosa seriaImpresionante. La escritura corporativa es cosa seria. Hoy he dado un vistazo a unas cuantas webs de negocios y en casi todas se dice lo mismo, aunque provengan de sectores diferentes.  Pareciera que una misma persona hubiese hecho los textos para todas. No faltan los altos niveles de excelencia, las prestigiosas organizaciones, y un  éxito profesional que no veas. 

Se han formado, sin excepción, en las mejores escuelas de negocio, prometen  resultados únicos  y con gran valor añadido. Cuentan con una dilatada experiencia, y ofrecen un servicio altamente personalizado.  Esto no es nada, todavía falta el tópico de la visión, misión y valores. Alguna vez hice la prueba en empresas para ver hasta qué punto habían encarnado estas verdades al uso como declaración de intenciones, principios, propósitos y conductas a seguir en los despachos de los directivos, lugares estratégicos de las fábricas, en el departamento de recursos humanos. Aunque estos profesionales tienen una reconocida trayectoria no se los saben del todo, todavía.  

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El incomprensible lenguaje de la justicia

¿De qué modo hablan los magistrados, fiscales, abogados cuándo hablan? ¿Cuál es argot que emplean durante la administración de justicia? ¿Quién les entiende? Y, finalmente, qué ganan utilizando ese lenguaje hermético, con escaso poder vinculante hacia quienes una palabra mal interpretada puede actuar en su contra.

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Escritura

«Al escribir intentas atrapar un pellizco de esa cosa fugitiva y esquiva que es la vida»

Rosa Montero

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El oficio de escribir, la escritura y la ética

-¿Sabe? Yo estuve locamente enamorada de usted. Así rompió el hielo la escritora-periodista Rosa Montero durante una entrevista al legendario  Ives Montand. De haber tenido la oportunidad de entrevistar alguna vez al gigante escritor Ryszard Kapuscinski, le hubiese dicho lo mismo. Aunque Montero confesó que no era tan cierto su amor, sino una buena estrategia para matar el toro en la primera frase. Con los perdones al toro, y a mis textos sobre empresas longevas y biografías de empresa por dejarlas hoy de lado, digo que pocas veces me he encontrado con descripciones tan agudas y penetrantes como las de este periodista-escritor a quien hemos visto dejar dermis y epidermis en el inmenso territorio de la ex Unión Sovíetica, empeñado en acercarnos los girones últimos del comunismo. Este hombrón, a quién ví de refilón muy poco antes de su muerte, dijo en Los cínicos no sirven para este oficio: “Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento,en parte de su destino. Es una cualidad que en psicologíase denomina «empatía». Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás”.

De piedra nos deja su manera de dividir aguas. Está claro. Pero el reality show de la prensa es una serpiente de cien cabezas al que poco le importa la escritura, la ética y el periodismo y me da la sensación que al menos en mi pantalla de televisión nadie se ha puesto en mis zapatos. No se en los vuestros.