Cuando me reuní con Magda, la propietaria del restaurante Can Ramonet para analizar el proyecto del libro corporativo, no imaginaba que iba a encontrarme con una historia tan rica.
Suponía que una antigua taberna tenía lo suyo, de ahí la idea de hacer un libro, pero a medida que comenzaron las entrevistas con la familia, con los vecinos, y la investigación en los archivos históricos descubrí que la historia me iba empujando.
Nos comenzó a asaltar la pregunta de porqué este lugar fue siempre bodega y llegamos a la conclusión que aquí hay un genius loci, como se llama en arquitectura a aquellos lugares que tienen el espiritu de permanecer, siempre fieles a si mismos. Será el duende del vino escondido en los viejos toneles que se inspira con el aroma? O tal vez le impulsó a perpetuarse hasta la eternidad la inmensa alegría de los pocos vecinos que vivían en la Barceloneta de 1763 cuando vieron abrir las puertas de la taberna?