Los conócete a tí mismo, sé fiel a tí mismo o haz en tí mismo el cambio que deseas ver en el mundo están a la orden del día. Desde Tales, que es como decir desde siempre, aunque el siempre es desde el big bang, y ve tu a saber, existe la pulsión por mirar en nuestro interior para encontrar las claves del liderazgo. Que nada vendrá de afuera ya es una afirmación de la que comienzo a dudar por remanida, pero la semana pasada conocí a Joan Jimenez, un chico encantador que dio una charla organizada por Interacció, sobre Reputación «2.0» para empresarios y emprendedores y me hizo volver a pensar en la identidad como condición de la existencia en este mundo. Ya no vamos a hablar de liderazgo, sino de supervivencia.
Somos marcas, si, no caben dudas. Y en este estado del mundo, que se nos hizo tan pequeño y las redes nos dan la gran oportunidad de vincularnos, de hacer y deshacer negocios y vida privada, pareciera que de lo único que se trata es de ser consistentes a lo largo del tiempo. ¿Acaso no es el principal atributo de una marca? Aunque también lo son el valor añadido y la diferenciación. Y la transparencia. Este último atributo tiene los diez años del manifiesto Cluetrain, el que a modo de John Hus, quien clavara en la puerta de la iglesia el primer manifiesto contra la ambición de la iglesia del siglo XIII, nos dice que como usuarios tenemos todo el poder en la red, vivan las 2.0, 3.0, y lo que venga. Aunque el atributo en cuestión es tan viejo como Adán y más necesario que el agua mineral. Volviendo a Joan Jimenez, él está seguro de que la actitud de Transparencia lejos de ser una amenaza para los proyectos empresariales es una gran oportunidad para alcanzar la excelencia, evolucionar y avanzar.
«La Transparencia provoca la disciplina de la Coherencia y genera Confianza»y esta es nuestra mejor publicidad, porque la Confianza es contagiosa». Estamos todos de acuerdo.