Basado en The Living Company, Harvard Business School
Quiero compartir esta lectura referida a las empresas río, o empresas longevas, que tiene mucha relación con la tendencia a la quietud y a cerrar filas que algunas empresas prefieren adoptar ante la crisis, como una medida precautoria, cuando en realidad no es sino el mejor camino para su propia evaporación (la síntesis es mía):
Cuando el propósito es producir ganancias para pocos es como un charco de agua de lluvia. Si llueve más aumenta el charco y moja la tierra. Pero si el calor es intenso el charco se evapora. El estancamiento es igual a vulnerabilidad. Las empresas longevas son como ríos. Con la lluvia crecen y hacen olas, y sólo desaparecen con una gran sequía.
Ninguna gota permanece en su lugar por mucho tiempo. El río cambia su forma y dura más que las gotas. Si lo comparamos con una empresa es una comunidad que se auto perpetúa, su cauce garantiza su perpetuidad y el movimiento. Una empresa que es impulsada por la continuidad y el movimiento de sus colaboradores puede emular la longevidad y la energía del río.
Sus directivos optimizan su capital para optimizar su personal, porque saben que una empresa que esté destinada a vivir mucho tiempo necesita de una comunidad que la sostenga. Los procesos son oportunidades para definir membresías, valores comunes, promover a los cargos, potenciar a cada sujeto, promover contratos dignos y establecer políticas justas de despidos.
El sentimiento de pertenencia impregna la empresa viviente. Cada contrato está sostenido en la confianza, a cambio de su esfuerzo y compromiso la empresa es un motor que potencia aptitudes, conocimientos y habilidades.
Cuántos empresarios están agazapados tras el escritorio esperando que llegue la lluvia de mayo, sin darse cuenta que ellos son el río y que su naturaleza es fluir.