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El oficio de escribir, la escritura y la ética

-¿Sabe? Yo estuve locamente enamorada de usted. Así rompió el hielo la escritora-periodista Rosa Montero durante una entrevista al legendario  Ives Montand. De haber tenido la oportunidad de entrevistar alguna vez al gigante escritor Ryszard Kapuscinski, le hubiese dicho lo mismo. Aunque Montero confesó que no era tan cierto su amor, sino una buena estrategia para matar el toro en la primera frase. Con los perdones al toro, y a mis textos sobre empresas longevas y biografías de empresa por dejarlas hoy de lado, digo que pocas veces me he encontrado con descripciones tan agudas y penetrantes como las de este periodista-escritor a quien hemos visto dejar dermis y epidermis en el inmenso territorio de la ex Unión Sovíetica, empeñado en acercarnos los girones últimos del comunismo. Este hombrón, a quién ví de refilón muy poco antes de su muerte, dijo en Los cínicos no sirven para este oficio: “Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento,en parte de su destino. Es una cualidad que en psicologíase denomina «empatía». Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás”.

De piedra nos deja su manera de dividir aguas. Está claro. Pero el reality show de la prensa es una serpiente de cien cabezas al que poco le importa la escritura, la ética y el periodismo y me da la sensación que al menos en mi pantalla de televisión nadie se ha puesto en mis zapatos. No se en los vuestros.

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Las empresas que trascienden

 

Basado en The Living Company, Harvard Business School

 

Quiero compartir esta lectura referida a las empresas río, o empresas longevas, que tiene mucha relación con la tendencia a la quietud y a cerrar filas que algunas empresas prefieren adoptar ante la crisis, como una medida precautoria, cuando en realidad no es sino el mejor camino para su propia evaporación (la síntesis es mía):

Cuando el propósito es producir ganancias para pocos es como un charco de agua de lluvia. Si llueve más aumenta el charco y moja la tierra. Pero si el calor es intenso el charco se evapora. El estancamiento es igual a vulnerabilidad. Las empresas longevas son como ríos. Con la lluvia crecen y hacen olas, y sólo desaparecen con una gran sequía.

Ninguna gota permanece en su lugar por mucho tiempo. El río cambia su forma y dura más que las gotas. Si lo comparamos con una empresa es una comunidad que se auto perpetúa, su cauce garantiza su perpetuidad y el movimiento. Una empresa que es impulsada por la continuidad y el movimiento de sus colaboradores puede emular la longevidad y la energía del río.

Sus directivos optimizan su capital para optimizar su personal, porque saben que una empresa que esté destinada a vivir mucho tiempo necesita de una comunidad que la sostenga. Los procesos son oportunidades para definir membresías, valores comunes, promover a los cargos, potenciar a cada sujeto, promover contratos dignos y establecer políticas justas de despidos.

El sentimiento de pertenencia impregna la empresa viviente. Cada contrato está sostenido en la confianza, a cambio de su esfuerzo y compromiso la empresa es un motor que potencia aptitudes, conocimientos y habilidades.

Cuántos empresarios están agazapados tras el escritorio esperando que llegue la lluvia de mayo, sin darse cuenta que ellos son el río y que su naturaleza es fluir.

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¿Porqué me gustan las biografías de empresa?

Querer saber cómo llegamos hasta aquí es parte de nuestra naturaleza. A quién no le gusta que le expliquen una  historia y si el relato está bien hecho no se olvida, aunque el argumento no sea del todo relevante. Cada narración nos lleva a un punto donde confluimos. Las vidas siempre tienen puntos en común.  Nuestros clientes lo saben: una historia persuade y convence. Se que cuando me buscan para hacer su biografía de empresa me recuerdan por la historia que les he dejado bailoteando en su memoria.