El Ingenio no se parece a ninguna tienda más que a sí misma. ¿O acaso es frecuente encontrarse con un cabezudo, a pocos metros de la puerta principal? A dos pasos, las letras gimnásticas de Joan Brossa dan fe que la tienda hace honor a su nombre. Y estos son apenas los primeros gestos de una magia que no acaba de descifrarse en el ínfimo tiempo de una compra. En la estrechez de la calle Rauric, lleva 170 años produciendo objetos que encierran felicidad: Juegos y elementos de diversión de madera y metal antiguos, disfraces, cajas de música, ninots, malabares, máquinas de humo, singulares instrumentos musicales. Es una tienda de lo insólito, donde cada objeto remite a una fiesta, a una noche de teatro o una celebración. Aunque de por si El Ingenio es un espectáculo en si mismo.