![Març Rabal](https://www.pojomovsky.com/wp-content/uploads/2013/04/art-libris.-150x150.jpg)
Ayer Sant Jordi me trajo dos encuentros inesperados. El día del libro, de la lengua y del amor es inspirador para lo que se te ocurra y siempre trae lo suyo, sin dudas.
Uno: encontré a mi amiga Eva M.
Dos: Entramos a la exposición de Art Libris, Feria Internacional del Libro y Ediciones de Arte, Fotografía y Diseño de Barcelona. Según sus propios organizadores «cerca de cien expositores entre galerías de arte y fotografía, editores de bibliofilia contemporánea y fotolibro, talleres artesanos, editoriales experimentales, librerías especializadas y escuelas de arte y diseño.
Dos plantas íntegras de dedicadas a expositores y una tercera, Pasando página, una excelente reseña de la historia del libro de artista.
![Autoedición](https://www.pojomovsky.com/wp-content/uploads/2013/04/libri22-150x150.jpg)
Mientras el mundo digital va ocupando sus propios espacios, el libro de papel no se queda atrás. A veces a mitad de camino entre la pintura, el grabado o la escultura, otras con recursos del arte digital, o audiovisual o la simple fotocopia. Aunque sus primeras huellas quedaron impresas en los huesos tallados, las tablillas de Babilonia, papiros de Egipto, libros de oración del Tíbet, y códices. Y volvimos a encontrarlas en los surrealistas. Recuerdo haber tenido una edición de Mallarmé (Una tirada de dados nunca podrá suprimir el azar), que me proporcionaba un placer estético único y tuvo la mala suerte de desaparecer en medio de tanta mudanza. Tal vez desde allí viene mi amor a estos espacios donde la obra encuentra su sentido en el dialogo entre la forma y el contenido. Brossa, Cage, Josep Beuys, y los maestros del princip collage.
Las obras de Ruscha, la poesía concreta de los sesenta, Tapies y Brossa inician el concepto de libro de artista. Una verdadera reencarnación de los amanuenses, en este caso arriesgados creadores no solo escribas. En pleno siglo XXI y desafiando las profecías acerca de la vida del libro de papel, vemos que renace como una exaltación de su valor como obra de arte, donde texto, imagen y formato nunca han estado tan en comunión.